En las entrañas de Cádiz
A los niños de Cádiz se les dice que la ciudad está hueca por dentro como un queso gruyere. Y se les dice la verdad. Gracias a Germán, ayer entramos en dos ramales distintos que no estaban en ningún plano: uno de las defensas de las Puertas de Tierra (Cuevas de Maríamoco) y otro de las Conducciones Reales, por el que se accede a la red de subterráneos del Gades de los Balbo. El polvo, las telarañas y las manadas de cucarachas –Julio, fuiste muy valiente– son un precio pagable por meterse hasta el cogote en la historia.
En las entrañas de la ciudad de la luz hay poca claridad pero mucha historia. Tras una angosta entrada, con las ropas llenas de polvo, tierra y telarañas, el visitante se enfrenta a un túnel que podría ser el del tiempo. Los pasadizos, alumbrados con los inquietos y tímidos focos de las linternas conducen a épocas lejanas que saben a humedad y asedio, a pólvora y movimiento de tropas, al paseo de los patricios del Gades de los Balbo, cuando Cádiz era el germen de lo que es hoy en día en la superficie... Leer +
Banda sonora de la excursión:
+ Foto | De Francis Jiménez. En primerísimo primer plano hay un blogger de la prensa gráfica de Cádiz con cara de susto. Por cierto. Ante el aluvión de comentarios, he de decir que la sudadera de LA VOZ no responde a criterios publicitarios, sino que la juzgué como una prenda idónea para la tarea.
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