Tus muertos
Tirarse los muertos a la cabeza es una costumbre tan humana como sacarse un moco en los semáforos. Aunque la primera tiene más peligro, porque generalmente, acaba provocando más esqueletos, que a la postre serán arrojados al morro de otros vivos.
En España, con la implantada Ley de Memoria Histórica, los políticos están batiendo marcas olímpicas de tirarse cadáveres a la jeta, y han batido otros récords propios, como las víctimas del 11M, que viajaron al cielo en tren y los trajeron de vuelta a una comisión; o los de ETA, cuyas almas deben estar deseando correr a gorrazos al Congreso en pleno, salvando -eso sí-, a los ujieres.
En lugar de jugar con ellos en el estrado, a los muertos de las cunetas, las tapias, las plazas de toros y las fosas de Cádiz hay que desenterrarlos, darles digno aposento y escribir qué pasó con ellos. A los de los dos bandos, al margen de que la casualidad les hiciese a unos defender un régimen democráticamente instaurado y legítimo, y a los otros derrocarlo por la brava.
Eso sería un proyecto perfecto. Claro, que no se contaba con que ahí estában los 'lanzadores' del escaño de España para emponzoñarlo todo. Los unos, apuntándose miserablemente el tanto del primer asesinado que asome la calavera por la cuneta para sus rentabilidades políticas –«Mi presidente tiene un muerto abuelo y mis muertos son mejores»– . Los otros, por intentar silenciar las atrocidades nacionales y disfrazarlas miserablemente de respuesta de las republicanas –«Tus muertos mataron a los míos»–. Si siguen así, pronto tendrán más cadáveres.
1 comment:
Genial. Un abrazo.
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