Saturday, September 16, 2006

Las Reinas del Pópulo


(Vídeo: La Petróleo de Cádiz (blanco) y La Salvaora por pasodobles).


Como «quería ser artista», Manuel (Manuel-A el jueves) –pestañas postizas, mucho maquillaje y unos vaqueros por encima de las medias–, dejó Cádiz hace muchos años para buscar la fama en Barcelona. Se ganó la vida de boy en El Molino, haciendo de relaciones públicas, organizando espectáculos y tuvo su éxito parodiando a Ángel Garó – «Es que nos parecemos, ¿sabes?»–. Hace un tiempo, ya de vuelta en su ciudad, sus compañeros lo llamaron a filas en Cádiz. «Me dijeron lo del certamen de drags del Pópulo y... hemos desenterrado las plumas del baúl, las pelucas, los tacones, les hemos sacado punta y... ¡Aquí estamos!», dice mientras se prepara para saltar «por Tino Casal» al escenario de la esplanada de la Casa del Obispo, a los pies de la Catedral Nueva.
En sus tablas, el jueves por la noche, algunos decidieron ser e interpretar a las personas que no son normalmente, o tal vez mostrarse como fueron siempre. Travestis y drags tomaban el barrio a golpe de peluca o de bata de cola, dependiendo del caso. Fueron, una vez más, las reinas del Pópulo, tras dos años de parón «por problemas de presupuesto», según Antonio Gallardo, presidente de la Asociación de Vecinos 5 de Abril, la entidad organizadora del evento. Esta vez no había premio, ni jurado, ni ganadora. En el IV Certamen de Drag Queens Barrio del Pópulo se trataba solamente «de pasarlo bien».
Durante la media hora larga que se demoró el show, los asistentes –que fueron legión pese al pertinaz Poniente– se refugiaron en el calor de las cervezas y los montaditos de la barra que había montado Jopo de Topo. Se caldeaba el ambiente por momentos gracias a las canciones de Rocío Jurado que salían por los altavoces.
De pronto, algo se movió en la plaza Fray Félix. Media vuelta a las cabezas. Sube la música. Por la calle asciende Farah Tirana, en una parihuela portada por cuatro cargadores. Se abre paso la diva entre la multitud hasta el escenario, sentada en tres cojines. Corona de miss en la cabeza, traje de lentejuelas, capa azul reyes magos. Suena la morenísima Sara Brightman, banda sonora del espectáculo de Farah (Harén) y hasta se da un aire con ella. La secunda su compañía de baile Liduán, con atuendos de las Mil y una noches. Todo es glamour, cuando la artista toma el micrófono: «Qué frío hace, menos mal que voy abrigadita. Tranquilos, luego viene el destape».
Y llegó en forma de directo sin pelos en la lengua, con bromas de golpe franco y diccionario sin codificar. «Tienes el coño de plástico; un coño de Pepi Mayo». Risas. Y es que, según Farah, había que recuperar el show de las drags en el Pópulo. «Porque, ¡qué gusta en Cádiz un espectáculo!, y, sobre todo, ¡qué gusta en Cádiz un maricón!».
Sin embargo, la noche no fue de las que trazan líneas divisorias en tendencias sexuales, ni siquiera fue un alegato a lo gay. Las que subieron al escenario más bien fueron estandartes de lo natural y lo espontáneo, además de su arte innato en vena. Ni siquiera el público era gay, – es decir, ni más ni menos gay que en otros espectáculos–. En el peculiar patio de butacas de albero frente al mar, se mezclaban personajes cotidianos del Pópulo, estudiantes, parejas, travestis y muchas familias. Los niños incluso tomaron el escenario, sentados en el borde de las tablas mientras Farah conversaba con la Cátedral: «Te veo muy mejorada. Con el Ayuntamiento de Cádiz, sé» (el público corea el lema con ironía y palmas).
Arte de envergadura
Salta al escenario Manuel-A por Tino Casal, «un modelo a seguir», dice. Pelos morados, pelucón, vestido negro años 20, gafas de sol estilo martirio y escoba de bruja. Es una bruja psicodélica, y representa lo más estrambótico del género. Proviene de El balón, donde nació, aunque se crió en Santa María y La Viña. Le sigue la Juani de Cádiz, que es la Pantoja sin Cachuli, con envergadura suficiente para la NBA. Vestido rojo prieto, foulard carmesí que se apoya en los codos y vuela con los giros, y micro en el escote. «Todo sea por El Pópulo», dice. «Yo siempre trabajo por Isabel, desde el año 79 en que empecé. En Cádiz siempre hemos sido muy bien miradas –asegura–, no sólo por el transformismo». Entre los aplausos, se muestra encantada de volver a pisar las tablas en su ciudad después del parón del certamen. «Gracias. Esta espinita me la he sacado de dentro». Así se despide.
Retomó el espectáculo Farah Tirana con su compañía. Cercada por los focos, capa roja enorme, alzada en un estrado, detrás de su cabeza asoma un aura de estrellas. Es una suerte de Inmaculada de Murillo, aunque suene a todo tren Madame Buterfly con un importante cuerpo de baile.
Llega el descanso, con un desfile de moda de Javier Rey, sobre temas de flamenco, carnaval y fantasía. Las modelos son, nada más y nada menos, que las ninfas del Carnaval de Cádiz. Al micrófono, los comentarios de Antonio Gallardo no tienen desperdicio. «Este es modelo sobre el mar. El mar de Cádiz. Este otro representa el mundo de la Guerra de las Galaxias. ¡Y qué guapa está la amígdala!». Risas. Vuelan las cintas y los papelillos con aplausos para el diseñador.
En los improvisados camerinos, montados con sábanas tendidas detrás del escenario, todo son prisas y colorete. Las bailarinas se afanan en cambiarse y, entre el olor a laca. Manuel-A y la Juani de Cádiz comparten un espejo que el Poniente ha llenado de albero mientras retocan maquillaje y peinado.
En uno de los pequeños espacios delimitados por las sábanas aguarda la solera del travestismo gaditano. Ajenas al barullo, una pareja de artistas fuma un cigarro y disfruta un vaso largo ante una mesa de terraza cuajada de maquillajes, pinturas de labios y rellenos de pecho.
Son La Petróleo y la Salvaora, Las Floclóricas de Cádiz que han acudido «como estrellas invitadas». Según ellas, no son drag queens. «Somos travestis», dice Salvaora, pelirroja imponente de ojos verdes, sentada con tronío, concentrada antes de desplegar toda la envergadura de su poderío artístico. «Somos las únicas que cantamos en directo», dice. La Petróleo, pelo rubio y ojos azules, lotera de La Viña en sus ratos libres, asiente con su característica voz ronca: «nosotras somos y hemos sido instituciones en Cádiz, España y el Extranjero. Respetamos todo y está estupendo lo que hacen las demás pero...» Según la Salvaora, cantan «copla y flamenco, pero en directo», además del charlestón de La Petróleo. Llevan 25 años gastando tablas, siempre juntas. «Madrid, la Venta del Gato, dos años en Miami...»
Yoanna, de blanco, no duda en dedicar el Hoy sin ti de Mónica Naranjo a «un familiar que se ha ido», en el momento más emocionante de la noche. Volvió Manuel-A con Golden Eye y Juani de Cádiz, con Francisco Alegre, Paquito Happy según Farah Tirana.
Y llega la revolución con la salida a escena de las Folclóricas de Cádiz. Primero subió la Salvaora, precedida de la mala leche de Farah: «¡Aquí están! ¡Tienen más años que la Catedral. Si La Petroleo es Chita, La Salvaora es la nieta de King Kong; un armario de caoba».
Hace su aparición La Salvaora. Es un torbellino, un torrente de arte, trompicado eso sí por algunos problemas técnicos: primero se le rompió la cremallera del traje de lunares, y luego se cayó el sistema eléctrico en plena canción «ha sido el Ayuntamiento». Superados los obstáculos, las pareja comparte el micro por coplas: «Por Puerta Tierra... Pasean las mariquitas pidiendo guerra», dice la letra.
Folclóricas de Cádiz
Llega el turno del pasodoble, y más tarde, La Zarzamora versión La Petroleo: «En el Café de Chinitas, entre palmas y alegrías, cantaba la mariquita». Bata de cola y mucha guerra: «¡Que el cuerpo me pide guerra!». Más tarde intervino La Salvaora, más apretada en tules morados, antes del charlestón con brincos de La Petróleo: «Al Uruguay- guay no me voy-voy»...
El público les dio todo lo que tenía a mano: olés, besos, cariño, ovaciones cerradas y alguna que otra flor lanzada al viento. Reinaba la familiaridad del que se siente igual al otro, ni más ni menos. Cercanos, vecinos. «¡Petróleo, te quiero!» «Lo sé, gracias guapa, yo también».
El lío estaba formado. Más allá de gays y heteros, con los incondicionales de los artistas desvelados, la peculiar procesión de la naturalidad y el arte espontáneo bajaba por la Plaza Fray Félix hacia la San Martín, con la parihuela de Farah en cabeza, camino de la noche y sus rincones. En las orillas de la calle, pasada la una, las más maduras del Pópulo contemplaban el espectáculo sentadas en sus taburetes procesionales. «Hija, lo hemos pasado muy bien, pero es muy tarde ya para mí. Creo que debería recogerme».

Otro vídeo más de La Petróleo.

ARTÍCULO PUBLICADO EN LA VOZ DE CÁDIZ EL 16/9/2006

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