Tuesday, September 26, 2006

La tarde en que Dios dio la paga

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Esta foto sacada del archivo me ha traído de vuelta todo mi mundo de chaval. Dice muchas cosas, y casi todas pasaron ya. Fue en Tolosa, creo, y la hizo mi padre en una de esas tardes que Dios tuvo a bien darme la paga. Hace un tiempo escribí sobre eso, aquí lo dejo. Esa tarde ví torear.

LA VIDA EN UN MULETAZO

Artículo publicado en el suplemento LV2 de La Voz de Cádiz el 19/3/2006.

Al rubio de pantalón cortito, el que correteaba por los patios de caballos de las plazas del Norte, un gigante de mechón blanco, capote de paseo y cigarrillo Lucky en la comisura le soltaba veinte duritos. «Toma, pirata». Así, sin más, tres minutos y medio antes de salir a morir a una plaza. Y el chaval, ojos como platos y boca abierta, loco de preguntarle a su padre: «¿De donde saca un matador una moneda antes de torear, aita? Porque el traje de luces no tiene bolsillos». «Calla. Es Antoñete». Luego aprendí la palabra en toda su dimensión vital. Era el Antonio Chenel, el abuelo, el mito, el Dios, el hombre de carne suturada y hueso roto, bajado del cielo de Madrid a los ruedos más allá de los 50.
Otro loco con bigote, justamente el que llevaba de la mano al niño del pantalón cortito en el patio de caballos escribió una vez de él que «cada muletazo suyo era una especie de tratado de vida, puesto que citaba con el entusiasmo de un adolescente y lo remataba con el sosiego, el poso y la desesperanza propios de su edad, como si toda una vida hubiera pasado en un instante; una vida en un muletazo».
Un bendito e-mail ha llegado a la bandeja de entrada de mis pulsiones más primitivas con algunas de las joyas de ese abuelo torero, que son un tratado de vida al límite. Gracias a sus fogonazos de épica, estética y cigarrillo entre los dientes he podido sentir en torero, hoy que todos sienten en pijo, cani o cultureta. Un ejemplo: «La colocación es imprescindible. En el toro y en la vida. Hasta para tomarse una cerveza conviene estar bien colocado», o aquella que advierte: «Al toro y al hombre no se les puede avasallar de salida. Siempre que el toro sea toro y el hombre sea hombre». O una más con dedicatoria a Sanidad: «Torear, amar, fumar, jugar y beber son los cinco pecados capitales que se han permitido las grandes figuras del toreo en toda su historia».
Claro que estos remedios, efectivos para el frío interior del ventoso páramo en que nos ha tocado transitar, no son aptos para los que piensan que los toros no son más que espuma carpetovetónica a erradicar antes de servir la cervecita 'sin' del progreso planetario. Para los que modifican el Reglamento Taurino Andaluz para convertir esto en un ballet humanizado con lentejuelas nacionalistas, los que no quieren/saben ver que se puede vivir y morir con dignidad artística, que jugar a no palmar es el más vibrante de los juegos.

8 comments:

Anonymous said...

Profundo y humano, para reflexionar, tremendamente bello. Sensacional, Chapu.

Anonymous said...

Sin palabras.X

Martín Ruiz Gárate said...

¡Vaya...! ¡Otro plumilla trincón! ¿Pero cómo se te ocurrió coger ese dinero de Antoñete, hombre?

Ahora en serio, ya no sé ni qué decirte, porque te superas día a día y también superas mi capacidad de encontrar elogios que te hagan justicia. Un abrazo.

Anonymous said...

Ásí se toreaba y de que manera escribes, Apaolaza.

Pablo García-Mancha said...

Jodeer cabronazo. Me has hecho llorar.

Anonymous said...

Impresionante, hace tiempo que no me emocionaba tanto con un simple articulo.
Gracias.

Chapu Apaolaza / Francisco Apaolaza said...

Gracias a todos. Sois muy generosos. Qué bueno lo de trincón, Bastonito jejeje Solo he transmitido lo que tuve la suerte de vivir

Anonymous said...

Precioso, especialmente el principio. Yo tb me he emocionado