Llamadme Ismael...
El domingo llegan a Cádiz las personas-libro. Yo ya he elegido el mío. A cada segundo que pasa, cada pesadilla que machaca felicidades a la luz de una bitácora, cada paso cansado sobre el filo de los arrecifes escondidos, cada día sin tierra en el calendario del que no es ya de ninguna parte, cada doblón de Ahab clavado en el palo de mesana... Cada día soy más Melville y menos Robert Louis Stevenson. Algunas mañanas, incluso soy Conrad. Este es mi libro elegido para memorizar. Capítulo I de 'Moby Dick'.
"Llamadme Ismael. Hace unos años -no importa cuánto hace exactamente-, teniendo poco o ningún dinero en el bolsillo, y nada en particular que me interesara en tierra, pensé que me iría a navegar un poco por ahí, para ver la parte acuática del mundo. Es un modo que tengo de echar fuera la melancolía y arreglar la circulación. Cada vez que me sorprendo poniendo una boca triste; cada vez que en mi alma hay un nuevo noviembre húmedo y lloviznoso; cada vez que me encuentro parándome sin querer ante las tiendas de ataúdes; y, especialmente, cada vez que la hipocondria me domina de tal modo que hace falta un recio principio moral para impedirme salir a la calle con toda deliberación a derribar metódicamente el sombrero a los transeúntes, entonces, entiendo que es más que hora de hacerme a la mar tan pronto como pueda. Es mi sustituto de la pistola y la bala. Catón se arroja sobre su espada, haciendo aspavientos filosóficos; yo me embarco pacíficamente. No hay en ello nada sorprendente. Si bien lo miran, no hay nadie que no experimente, en alguna ocasión u otra, y en más o menos grado, sentimientos análogos a los míos respecto del océano..."
Supongo que soplará Noroeste en Pasajes. Créeme: juntos será más fácil cazarla.
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