Destituido el capataz de Las Lágrimas por cantar un tango de Carnaval
Desde que mandamos a Cristo con papá a base de cachetazos, salvo honrosísimas excepciones, la libertad de expresión nunca ha sido el fuerte de la Iglesia católica. Hace unos días sabíamos que unos componentes de una murga de Montilla estaban amenazados con la excuminión si seguían cantando de primera comunión aquello de "mi primera hostia".
En Cádiz, mal pretendida capital de las libertades, también hay que tener ojito con lo que se canta. Sus santidades capillitas han destituído al capataz de Las Lágrimas por un tango de Carnaval que cantó en el Falla con el coro de Julio Pardo. En la susodicha soflama blasfema se arremetía contra el traslado del Resucitado de San Antonio a la Catedral en furgoneta, goloso episodio gaditano conocido como 'el cristo en la paquetera'*, sucedido durante la Semana Santa del pasado año.
No dirán que no es como para hacerle un tango a esto:
*El Cristo en la paquetera: a saber, movida capillita que sucedió durante la Semana Santa de 2006. Enrique Arroyo, párroco de San Antonio, consejero espiritual de la hermandad y beligerante sacerdote se empeñó, en contra de la opinión de la Junta de Gobierno, que el Resucitado viajase desde San Antonio a la Catedral de Cádiz en furgoneta (utensilio a motor conocida en Cádiz como 'paquetera') en lugar de a la manera tradicional, es decir, mecido a hombros de los cargadores. Pese a la devoción y dado el tremendo peso del vehículo, los hermanos pudieron cargar la Kangoo hasta la Catedral, cosa que hubiera tenido su miga. Parece ser, eso sí, que enchufaron en el arradio del vehículo un casette con la marcha 'Alma de Dios' interpretada por la Banda Maestro Enrique Galán de Rota. Desconocemos si el gorrilla dio las órdenes pertinentes de "Izquierda alante, despacito"no durante las maniobras de aparcamiento o a la hora de tomar la esquina de Veedor.
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